AJ Lee intentó suicidarse en 2014
La Superestrella WWE, AJ Lee, se casó con CM Punk el 13 de junio de 2014, mismo día en el que Punk recibió sus papeles de despido de WWE.
Días después, ganó el Campeonato de Divas WWE por segunda vez en su carrera, hasta que lo perdió en SummerSlam 2014 ante Paige.
Pero en ese mismo período de tiempo, AJ Lee tuvo fuertes pensamientos suicidas. E incluso intentó suicidarse. Con 27 años. Y por segunda vez en su vida.
Así lo contó en la más reciente edición del video podcast State of Mind con Maurice Benard:
Cuando tenía 19 o 20 años, tuve una sobredosis de analgésicos. Así que sin saberlo, me convertí en una sobreviviente de suicidio esa vez. En ese momento simplemente pensé que era algo solo de mi cerebro diciéndole: ‘Hay un dolor y necesitamos detenerlo.
Y fue terrorífico para mí no entender qué era lo que me estaba pasando, yo simplemente me sentía como: ‘Oh, bueno, esta es la solución’. Así que, cuando sobrevives a algo como eso, para mí —personalmente, no sé si le pasa a todas las personas—, pero lo que más me asustó es cómo esto casi que se convierte en tu solución y se queda contigo.
Es decir, se convierte en una opción en la que siempre vas a pensar. Es como si tu oscuridad siempre te fuera a decir que es una opción. Así que es algo como lo que tienes que pelear constantemente. Bueno, la próxima vez que algo horrible pasó que me hizo llegar a ese punto, yo estaba teniendo unas ideas suicidas realmente malas y constantes. Sin embargo, esta vez no lo intenté directamente.
Reservé un cuarto de hotel en el que iba a morir. Fue en 2014. Y no quería que mi esposo fuera el que me encontrara. No quería que él tuviera que lidiar con eso. Nadie lo sabe pero esto fue por lo que me convertí en una persona que apoya las causas de salud mental y por la cual decidí escribir mi libro y escribir acerca del suicidio.
Esto que estoy contando nunca antes lo había mencionado. Desde una perspectiva exterior, lucía como que yo tenía todo en el mundo: estaba saliendo en televisión, era la campeona, tenía una carrera de ensueño, me casé y tuve un año hermoso y perfecto.
Pero, muchas veces, cuando tienes un desorden bipolar y grandes cambios en tu vida, eso como que te despista. Por cada vez que estás en la cima, vas a golpear el suelo. Ese mismo 2014, me mudé a un Estado diferente, me casé, me puse realmente enferma, tuve que pedir tiempo libre en mi trabajo para hacerme cirugías.
En realidad, en la lucha libre no tienes tiempo fuera, es luchar, luchar y luchar. El único momento en el que podía tener tiempo fuera era con una cirugía. Y luego mi esposo [CM Punk] me dijo: ‘Vamos a colarnos en una boda’. Así fue como nos casamos.
Así que todo estaba pasando realmente rápido y era simplemente como un caos, un tornado de altas y bajas y la vida misma. Pero me puse realmente enferma y tuve miedo de que me tuvieran que hacer múltiples cirugías. Todo esto estaba pasando. Y luego, me lastimé en el ring. Luego, demandaron a mi esposo. Fue un todo, también había cosas en mi familia. Todo esto pasando en el mismo año.
Y sí, mi carrera iba genial y todo eso y estaba con mi esposo, pero mi desorden bipolar no podía manejarlo. Fue demasiado para mí y no me estaba cuidando de la forma en que debería. No estaba en terapia de forma constante. Y tampoco tomaba mi medicación porque estaba en televisión, y cuando la tomo, pues me engordo. Necesitaba cuidar mi sex pack de abdominales.
Así que sí, durante este caos, la única solución fue reservar un cuarto de hotel. Ese era mi plan. En un punto me di cuenta de que no era algo de mi cerebro sino de la oscuridad que estaba hablando. Llamé a la línea de prevención de suicidio. Lo complicado de eso es que mi número de teléfono estaba fuera del código de área y tienes que hacer la llamada a tu número de área para que puedan enviar ayuda si estás en una emergencia.
Me dieron el número local, me dijeron que les prometiera que iba a llamar. No lo escribí, solamente colgué. Yo estaba pensando como: ‘Si no me ayudaron es porque se supone que debo hacer esto. Esa fue la señal’. Pero, de repente, dije: ‘No, no, no. Intenta de nuevo. Intenta de nuevo’. No tenía el número al que debía marcar, así que pensé que tal vez debía llamar al 311 [el número de la Policía de Chicago para reportar incidentes no urgentes] y preguntarles el número.
Hubiera sido el suicidio más hilarante porque intenté pedir ayuda y tenía el número equivocado. Pero el hombre al otro lado de la línea que respondió en el 311… Este hombre fue tan paciente y tan amable. Ni siquiera pude entender qué era lo que estaba pasando, pero empecé a contarle todo.
A un extraño que su trabajo ni siquiera era este, sino recibir quejas por ruido alto, pero él fue la primera persona en mucho, mucho tiempo que me mostraba amabilidad y yo dije: ‘Oh, esto apesta’. La gente creía que yo estaba en la cima del mundo, y yo lo estaba, y gracias a eso era que podía ser la cuidadora de mi familia y aquella que les proveía. Pero no había nadie para mí.
Nadie se preocupaba por mí. No me había dado cuenta de que necesitaba a alguien que me revisara si estaba bien o no. Y este pequeño, diminuto acto de amabilidad, literalmente, salvó mi vida. No sé su nombre. Solamente puedo recordar su voz. De hecho, ahora mismo la escucho en mi cabeza.
Era simplemente amable y paciente y solo escuchaba. Eso fue suficiente para que yo dijera: ‘Está bien, necesito ir a casa. Esto es espantoso. Pensé que podía tratarlo por cuenta propia pero luego entendí que el mundo no sabía que era bipolar y que necesitaba hablar acerca de mi diagnóstico. Necesitaba dejar de esconderme’.
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